Diversos estudios apuntan a que, la temperatura, el entorno espacial, la concentración de CO2, el color, etc. son factores que ayudan al desarrollo cognitivo del niño, mejorando su capacidad de aprendizaje.
La neuroarquitectura, junto con el estándar constructivo del PassivSchool, favorecen un entorno más flexible, confortable, luminoso y energéticamente eficiente, pudiendo reducir un 80% el consumo de gas y un 15% el de electricidad; como consecuencia, las emisiones de CO2 también disminuyen 55%.